PROPIEDAD RESPONSABLE: EL PODER DEL PROPÓSITO

¿Para qué existe una empresa? ¿A qué intereses sirve, con qué finalidad? En medio de un cambio global de nuestro paradigma social y económico, repensar el concepto de propiedad de las empresas y su rol en el mundo no solo es posible: también es profundamente necesario.

¿Para qué existe una empresa? ¿A qué intereses sirve, con qué finalidad? En medio de un cambio global de nuestro paradigma social y económico, repensar el concepto de propiedad de las empresas y su rol en el mundo no solo es posible: también es profundamente necesario.

Por: Equipo Purpose LatAm

Como muchas sociedades del planeta, nuestro país hoy atraviesa una ola de insatisfacción y desconfianza en las estructuras del sistema: política, sociedad y economía se entrecruzan en las demandas de una ciudadanía activa, hiperconectada y con niveles históricos de organización y participación, que exige mucho más de sus autoridades, organismos y actores de incidencia, incluyendo al empresariado.

Un estudio publicado en enero de este año por la consultora Visión Humana mostró que el 67% de los chilenos asigna una alta relevancia al rol de las empresas en el desarrollo del país. Sin embargo, al preguntar en el mismo estudio por la valoración de estas compañías, el 70% de los encuestados declaró no confiar en ellas. Vivimos una paradoja: la mayoría de las personas las reconoce como motor de progreso pero, al mismo tiempo, una cifra igual de abrumadora cuestiona su desempeño. Sin duda las empresas como actores sociales y económicos han contribuido al crecimiento y el bien común, pero también vale preguntarse qué rol han jugado en agudizar esta crisis de credibilidad.

Un 67% de los chilenos asigna una alta relevancia al rol de las empresas en el desarrollo del país. Sin embargo, en el mismo estudio, el 70% de los encuestados declaró no confiar en ellas.ESTUDIO VISIÓN HUMANA – ACCIÓN EMPRESAS (ENERO 2021)

Reparar la confianza en las empresas no parece sencillo, a menos que volvamos a reconocer y repensar estas entidades. Porque, en la teoría, entendemos que están compuestas de personas, pero en la práctica ya no las vemos. Las estructuras de las compañías se han ido complejizando hasta perder la capacidad de identificarlas. Más aún, la tendencia a la concentración del mercado ha disminuido seriamente la presencia tangible de las empresas, que se vuelven más grandes e inaccesibles. Aún podemos entender lo que hacen, pero no tanto cómo lo hacen o, menos aún, para qué. Las grandes compañías perdieron su rostro humano, y con ello su conexión a una sociedad que hoy cuestiona la forma en que se llevan adelante y su impacto en las comunidades y el medio ambiente. Ciertamente nos cuesta más confiar en lo que no podemos comprender.

Pero, ¿qué pasaría si entendiéramos mejor a estas compañías? Nuestra relación con las corporaciones cambiaría ante un relato donde podamos verlas en acción como creadoras de valor para la sociedad y no sólo como generadoras de lucro para sus accionistas. Repensar la naturaleza de las corporaciones y la estructura de su propiedad nos llevaría como consumidores a acortar la distancia entre nosotros y la misión de la empresa. 

Durante mucho tiempo se han desarrollado en el mundo formas innovadoras de propiedad empresarial que orientan los incentivos en la toma de decisiones hacia la maximización del propósito en lugar de las meras ganancias de sus accionistas.  De ahí nace el concepto de la Propiedad Responsable (steward-ownership): un nombre acuñado por Purpose, pero que refleja un modelo de hacer empresa que tiene más de un siglo de historia.

A través de estructuras de propiedad y gobernanza, que separan los derechos de voto de los derechos económicos y anclan el propósito a través de una fundación o trust, la Propiedad Responsable asegura que el control de la empresa esté siempre en manos de aquellas personas intrínsecamente conectadas con su misión y valores,  aptas para conducirla con una mirada de largo plazo, y que consideran plenamente a los diversos stakeholders. 

Al redefinir el ADN legal de una compañía, el lucro deja de ser el fin rector de la empresa: ahora lo que manda es el propósito.  Luego de compensar adecuadamente a sus inversionistas, las utilidades se reinvierten en el desarrollo, la innovación y sostenibilidad de la empresa, pueden ser repartidas entre sus trabajadores o incluso donarse.

Desde compañías líderes de gran tradición como Bosch, Ikea o Novo Nordisk a innovadoras iniciativas internacionales como Ecosia, Mozilla-Firefox y Signal y chilenas como Late!, Doble Impacto y Locales Conectados, las empresas de Propiedad Responsable se desarrollan con éxito y van en aumento. El control de éstas no se vende ni se intercambia como objeto especulativo, tampoco se hereda, sino que es traspasado a partir de la responsabilidad que implica la empresa misma y su impacto en la sociedad que la acoge, reivindicando el factor humano de la organización y un concepto de meritocracia efectiva, basado en los valores y habilidades. 


Christian Kroll, fundador de Ecosia, motor de búsqueda cuyo propósito empresarial es la reforestación global.

Sus dueños no son accionistas lejanos, sino administradores-custodios (stewards en inglés), comprometidos con la razón de ser de la compañía, en lugar de una motivación puramente financiera. ¿Podríamos confiar más en empresas conscientes de servir a un fin superior al lucro de corto plazo?  Hoy sabemos que sí. 

Las empresas de Propiedad Responsable han demostrado generar mayores niveles de lealtad y reputación entre sus clientes, pero además sus beneficios se multiplican: son más resilientes en períodos de recesión económica, más rentables en el mediano-largo plazo y más efectivas en la retención de los talentos comprometidos que se desempeñan en ellas.

Las compañías bajo estos modelos se se mantienen prósperas perteneciendo a sí mismas, contribuyen al bien común sin dejar de servir a su propósito, y balancean los intereses de las partes involucradas que contribuyen a su éxito. Asimismo, ayudan a construir una economía más equitativa y regenerativa. Su modelo les permite internalizar de mejor manera las externalidades, actuando de forma más responsable con la sociedad y el planeta. 

La Propiedad Responsable representa un nuevo liderazgo y una alternativa viable en un mundo de fusiones y concentración de mercado. Conservando la libertad de emprendimiento y las ventajas de lo que entendemos -y valoramos- de un capitalismo que estimula la competencia y la innovación, disminuimos sus impactos negativos a través de una estructura alineada con la misión, que recupera su escala humana, pone acento en el poder del propósito y estimula una economía puesta al servicio de la comunidad, y no al revés. 

PURPOSE trabaja globalmente con empresas que se desarrollan a partir de estos valores y amplían el abanico de la perspectiva sobre la propiedad. Las compañías con propósito no son percibidas como algo importante solo en el papel, generan vínculos con la sociedad de la que son parte y logran ser reconocidas como una fuerza positiva para mejorar la vida de las personas.

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